Todo lo que siento y pienso, y me cuesta explicarte
Es difícil ponerle palabras a tantas emociones. Es difícil trasladar al papel todas las reflexiones hechas hasta ahora. Es difícil que los que no hayan conectado realmente un perro, pueden entender este texto. Pero los que lo habéis hecho, vibrareis con todas y cada una de las palabras que leáis.
“No toda persona que comparte su vida con un perro, llega a conocerlo.”
Lo primero para poder hacer esto, es permitirle ser, con todo lo que implica este verbo. Es un proceso lento. Pero a la vez es enriquecedor, necesario, bonito, y a veces, cansado. Aún así ,os aseguro que vale la pena. Aquí no vengo a contarte como hacer eso. Solo quiero contarle a Wigga todo lo que he aprendido y crecido junto a él, y gracias a él. Quiero contarle lo agradecida que estoy de habernos encontrado.
Hace cinco años probablemente no hubiera podido escribir siendo tan consciente de lo que sé, como lo hago ahora. Cuesta darse cuenta de todo lo que se aprende de los perros. Solemos creer que somos nosotros los que debemos guiarles y enseñarles a vivir a lo largo de su corta vida en este mundo. No negaremos que sí, debemos guiarles para que puedan convivir en un mundo de humanos. Ahora bien ¿ quién aprende de quién ?
Querido Wigga ,
Lo primero de todo, darte las gracias por ser y estar presente en mi vida.
Ya son más de siete años compartiendo nuestras vidas, conociéndonos y respetándonos, aunque a quien vamos a engañar, tu siempre has sabido hacer esto último mucho mejor.
Me has enseñado lo que significa el amor incondicional. Te alegras de verme todas las mañanas y todas esas veces que nos alejamos unas horas , días o semanas. Yo también lo hago, eso no lo dudes. Aún no haber hecho siempre las cosas bien contigo, y los errores cometidos, has tratado de confiar en mí y me has dado la oportunidad de mejorar. He querido estar a la altura de lo que te mereces.
Gracias por hacerme cuestionar quien soy o quien quiero ser. Me he visto en tu miedo, me he visto cuando me has dicho que no te sentías cómodo con mi actitud, me he visto cuando te has estirado en el suelo panza arriba, me he visto muchas veces en ti, y me he visto mal. Pero gracias a tus explicaciones, día a día, he cambiado.
He aprendido a callar, esperar, observar y entender. Tu le dedicas tiempo y paciencia a conocer eso que te genera curiosidad, tienes tu propio ritmo. Con el tiempo, he querido adaptarme a él, al igual que has aprendido a hacer tu, antes que yo. Mientras tu te interesas por ese olor tan interesante, yo me intereso en observarte, esperar y conocerte. Reconozco que esa espera, me gusta. Me gusta mirar lo que eres.
Me alegra poder decir, que hoy en día, solo con mirarnos, sé lo que necesitas. Qué sabes que en esos segundos en los que te miro, soy capaz de escucharte. Has tenido la paciencia suficiente como para explicármelo durante más de siete años. Quizás tardé un poco más de lo que tu necesitabas en entenderte. Esto no se consigue en un día, no. Nosotros lo hemos conseguido a costa de ensayo error. Pero has sido un buen maestro.
Gracias por acercarme tanto al mundo de los perros. Sin ti, muy probablemente, esto no hubiera empezado. Quise aprender sobre perros para hacer bien las cosas contigo, pero jamás pensé, que había tanto que estudiar y tanto por mejorar.
Te doy las gracias Wigga por haberme enseñado, y motivado a ser mejor humana. Y me atrevo a decir esto sin miedo alguno, porqué lo siento de verdad.
Sé que con esta carta me quedo corta. Y que con el paso del tiempo, florecerán más palabras. Esta carta está inspirada en un proyecto solidario llamado Cartas al perro de mi vida ( https://cartasalperrodemivida.com ) que os recomiendo conocer.
Aprender a agradecer a nuestros perros todas sus enseñanzas, es un ejercicio muy enriquecedor e incluso creo, que necesario. Os animo a hacerlo.